Ya no te amo.
No sé cómo ni cuándo pero pasó.
Ya no te amo.
Me lo repito una y otra vez
Y cada vez suena más verdad que la anterior
Ya no te amo, ya no te amo. Ya no te amo…
¿ya no te amo?
Suena imposible, falso, una mentira.
¡ya no te amo!
Entiendes; es así de fácil, y por lo mismo así de doloroso.
Ya no te amo ¿?
Y bésame con el
despecho de la sorna
Que te produce la risita.
Así de cierto como decir ya no te amo.
Tan cierto como los silencios de nuestras charlas
cuando nos miramos.
Ya, te amo.
Y déjame mirar la
vida, que ya mismo se pone interesante.
Te amo, dicho en el confesionario
con la carga capital de haber pecado.
¿pecado? Sin dolor,
sin saber, sin la conciencia retumbando.
Pecado el amarte derecho y sin chistar.
Pecado la verdad del empeño de cada día.
Pecado la manera en que me miento para seguir amándote.
Pecado las palabras que recibo de ti.
Pecado la felicidad que me causas.
Pecado la coordinación de tus ojos
Pecado sin dudar y decirte sin decirte que te amo.
Pecado el salir de aquel agujero donde no existe luz.
Pecado el morder la manzana de tus labios; y sentirme
desnudo ante tus ojos.
¿Y si la manzana se equivoca y el desnudo es otro?
¿Y si la manzana te refleja en cada rincón de su rojo?
¿Y si la montañas dibujan
celdas donde te atrapan cada tarde?
¿Y si las últimas gotas de sangre del sol te recuerdan cada
ocaso?
¿Y si las noches fingen demencia cuando pregunto por tu
cuerpo?
Te amo, te amé…
Y aún no conozco todos los tiempos posibles de conjugación.
Aún no despiertan los pretéritos de sus tumbas.
Quizás en el silencio te escuche mejor,
Quizás en el destierro te siente mejor,
Quizás recién con la muerte nos podamos amar.
Trágico y sin sentido. Como la historia del hombre al que no
le pasa nada
Y para colmo se
muere.
Trágico como el quizás repetido por tus labios
como un loro de circo.
Trágico como el payaso que llora de la risa, embrujado por
la mentira de la actuación
Trágico como diez mil coliflores para saciar tu apetito de
flores.
Trágico y absurdo como el quizás repetido por tus labios.
Trágico y absurdo como el ojala repetido por tus labios.
Trágico y absurdo como el que este aquí ahora
escribiendo esto mientras me acuerdo de
ti;
Si, de ti, de tus ojos, tan perfectos; de cuerpo tan
terso; de tus piernas tan redondas, que
dibujan una c de caos que no me deja escapar.
Así de caótica eres tú.
Por eso finjo todos los días ya no amarte;
con la convicción de quien no ama, al amor más grande que ha
sentido jamás.